Vas cada vez más despacio, controlas cada momento. Tienes tu vida, tus amigos, tus planes y todo cuadriculado. Te paras a pensar, ¿qué ha pasado?. Hace un año eras plena ebullición. Salías, entrabas, todo nuevo. Pasar de vivir la vida en taconazos y ligues de una noche a ser una chica responsable, con sus clases y sus faldas cada vez más discretas. Y te paras a pensar, ¿dónde ha ido tu otro yo?.
Tiempos de cambios, de luchas internas, de amigos que sabes que van a estar y de miles de desilusiones. De gente que se marcha para siempre y personas que llegan para quedarse. Vueltas a viejas costumbres, sentirte como un niño de nuevo. Llorar sin saber por qué. Miles de viernes en casa viendo pelis. Tu cuerpo cambia, es tiempo de que tu mente haga lo mismo. Difícil transición la adolescencia.
Cambios. Vivimos en cambios, o subes o te estancas, no te queda otra en esta puta vida. Y no, no pierdes el pasado, simplemente aprendes a vivir de otra manera. Madurar, lo llaman algunos. Que a todos nos llega ese momento en el que nos damos cuenta de que no por pasar de boca en boca y de manos en manos vamos a descubrir quienes somos. Ese camino lo debemos andar solos. Y centrarse es el primer paso.
Y por fin, tras un tiempo que parece eterno, llega ese día en el que te levantas y vuelves a sonreír por ti misma. Por lo feliz que eres porque sabes quien eres, que es distinto a ser feliz por otra persona. Y no, nadie va a poder pararte ya. De vuelta, y esta vez para quedarte.
Paren el mundo, que hoy me subo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario